Paula Gallardo Psicoterapia y crecimiento: en el camino de la Trascendencia

Psicoterapia: un camino de Trascendencia

mayo 31, 2021 - Psicoterapia individual Psicoterapia de Pareja Intervención psicológica familiar Psicoterapia y Autorrealización Artículos Psicoterapia

En este artículo vamos a ver cómo la Psicoterapia nos invita a conocernos desde la Trascendencia, de una manera más profunda, con el propósito de extraer la mejor sustancia personal que cada uno de nosotros poseemos, llevándonos a nuestra máxima expresión.

Así la Psicoterapia deviene a ser una protectora de un viaje interior elegido, y ayuda a observar las diferentes experiencias que vivimos propiciando la búsqueda de su sentido y propósito. Hablamos entonces de Trascendencia.

Es este anhelo de conocimiento y superación inherente a cada uno de nosotros el que nos impulsa a alcanzar nuestra máxima expresión. Creamos entonces un paréntesis de análisis, reflexión y compresión, donde observamos qué decimos y para qué lo decimos. Donde aumentamos nuestra conciencia.

Así observamos nuestra naturaleza humana, en su grandeza y en su pequeñez. Así decidimos cambiar lo que podemos, y colaborar con lo inevitable. Así crecemos en amor por nosotros y por los demás. Así desarrollamos nuestra mejor versión.

Psicoterapia y Trascendencia, compañeras de camino

Hemos visto cómo podemos definir la Psicoterapia como el cuidado y tratamiento que nos procuramos cuando necesitamos reflexionar sobre la Trascendencia de nuestra vida y las razones que nos sostienen, integrando quiénes somos con nuestras experiencias más inmediatas.

La Psicología como ciencia estudia los procesos biológicos subyacentes al comportamiento sí, pero también la conciencia que tenemos sobre nuestra existencia, buscando un sentido que supera nuestra comprensión más inmediata, buscando la Trascendencia en nuestro devenir.

Así, de alguna manera, podemos decir que la capacidad que tenemos de experimentarnos a Nosotros mismos mediante la observación hace de nuestra conciencia el hilo conductor que nos ayuda a llegar al centro del laberinto de la mente.

Es en este lugar, privado, oculto, donde nos encontramos con que somos algo más que una entidad biológica. Observamos nuestras reacciones, las interpretamos, somos capaces de modificarlas. Despertamos al héroe-guerrero que llevamos dentro y le permitimos que tome las riendas.

Biología y capacidad reflexiva se entrelazan, nos configuran como seres humanos. Una y otra van de la mano, o al menos deberían ir vinculadas. Esto nos lleva a justificar dentro de la Psicología al menos dos orientaciones:

1) el de las ciencias naturales, que busca una explicación biológica causal y que ha terminado conformando la neuropsicología actual y 2) el de las ciencias filosóficas, que busca una explicación de significado y de sentido, como es, entre otras, la Psicología humanista y sistémica.

Ambos enfoques suman y se interrelacionan. Desde mi punto de vista, no es posible separar los procesos cognoscitivos neuronales de la experiencia de conocer traducida en términos de vivencia. El uno añade significado y sentido al otro.

Y llegará un día, o al menos eso espero, en que estudiemos al ser humano desde la certeza de que ambos enfoques son realmente inseparables.

Una llamada a una vida mejor

Más allá de las etiquetas y de los ámbitos de actuación, la Psicoterapia cobra sentido cuando nos invita a conocernos y reconocernos, a poner en valor nuestra existencia como motivadora de este saber, y a asumir la responsabilidad que implica la Trascendencia, vista esta como la necesidad constante de superarnos a nosotros mismos.

En este sentido, se puede hablar de Autorrealización. Y en esta misma línea argumentativa, la Autorrealización como expresión de la necesidad inherente al ser humano de desarrollo y prosperidad habla de Trascendencia.

No avanzar, por tanto, es retroceder. Y retrocedemos en conciencia, puesto que de alguna manera procuramos esconder en el cuarto oscuro nuestro anhelo genuino de seguir creciendo. Pero la conciencia sigue susurrando, y a veces grita para ser oída.

Así es como aparece entonces la patología, la enfermedad, el accidente. Todos ellos no son sino una llamada de atención para reflexionar y recomponer la conciencia. Una llamada hecha por nosotros desde nuestro interior a nosotros mismos. Una llamada a la Trascendencia, a la vida, a la vida mejor.

La conciencia en tiempos de cambio

Necesitamos la vida para conocer la vida. Y la vida desde la Trascendencia se define tal como es percibida o sentida de manera corporal, afectiva e intelectual, en el aquí-y-ahora por cada uno de nosotros.

Dicho de otro modo, es a través de las experiencias que atravesamos, a través de las relaciones que sostenemos, y a través del entorno en el que nos desenvolvemos como la vida se abre paso, proporcionándonos la construcción y la constitución de una estructura de conocimientos que nos permite sabernos, adaptarnos y anticiparnos a otros sucesos similares, de una manera más sabia.

No obstante, si esta estructura se vuelve rígida y no se actualiza ante nuevas demandas vitales, repitiendo lo ya conocido, lo que en un momento nos sirvió de impulso para el crecimiento puede transformarse en una carga limitante.

Por lo tanto, la vivencia del tiempo se vuelve imprescindible.

Y así, el presente se convierte en un puente que une el pasado ya vivido con el futuro que construimos a cada momento. Cómo interpretamos los sucesos que nos ocurren, cómo valoramos cada uno de ellos y qué herramientas personales e interpersonales elegimos para afrontar y asumir estas nuevas experiencias que se presentan configuran y determinan a la vez cómo vivimos.

Paula Gallardo La Psicoterapia como viaje hacia la autorrealización personal 4

Psicoterapia y epojé. El paréntesis que da significado a los acontecimientos

La Psicoterapia, desde la Trascendencia, nos invita a practicar la epojé, (del griego ἐποχή: suspensión) entendiéndola como una puesta entre paréntesis de todas las ideas preconcebidas y mirar tanto hacia lo que nos sucede como a las personas implicadas en lo que nos sucede sin prejuicios, como si fuera la primera vez[1].

Y, si bien esto no es posible del todo, se hace necesario diferenciar con claridad entre lo que efectivamente ya hemos experimentado y todo el conjunto de elementos asumidos, establecidos, aprendidos y/o inferidos que pueden condicionar las nuevas vivencias tal como se presentan.

Sí parece obvio subrayar que la práctica de la epojé, o suspensión temporal de las preconcepciones, exige disciplina y consciencia, y que no puede alcanzarse totalmente. Pero su práctica es muy útil. La mera intención de tener una mirada sin filtro ya puede sernos de gran ayuda.

Al fin y al cabo, esta mirada pretende ayudarnos a tomar una cierta distancia de la forma habitual que tenemos de pensar y sentir para conseguir que seamos capaces de advertir la crucial diferencia entre lo que efectivamente estamos percibiendo y experimentando en un momento dado y aquello que es un residuo del pasado.

De este modo, podemos contextualizar lo que nos ha ocurrido o lo que nos está ocurriendo de una manera más limpia, menos subjetiva, y desde ahí podemos reformular el presente y proyectar un futuro más esperanzador.

¿Cómo contamos lo que nos ocurre? Epojé y relato

La epojé que se busca y se produce en la Psicoterapia también nos invita a mirar al discurso con el que describimos y comunicamos nuestras vivencias, cómo referenciamos lo que nos ocurre o nos ha ocurrido, de qué manera concreta y particular nos afecta, cómo lo interpretamos.

Detectar desde qué ángulo estamos mirando determinados sucesos, los sentimientos que nos provocan, las relaciones que están implicadas, especialmente la que cada uno de nosotros mantenemos con nosotros mismos, y en qué medida les estamos otorgando valor, carga e importancia se vuelve crucial en el proceso psicoterapéutico.

Sólo entonces, al desgranar cómo comunicamos esta interpretación de los hechos y vivencias, se pueden observar los sesgos.

Así analizamos la influencia del pasado, los patrones familiares que, de puro conocidos en muchas ocasiones se nos antojan inamovibles, las expectativas generadas que nos sitúan más allá de lo que acontece y nos traen decepciones.

El análisis de la narrativa es crucial en este sentido, y su transformación, también.

La pérdida de la Trascendencia

No cabe duda de que cada uno de nosotros somos capaces de adaptarnos en el día a día a muchos acontecimientos sin que precisemos ayuda externa. Los pequeños (o grandes) inconvenientes que trastocan nuestro fluir cotidiano, las alegrías, las frustraciones, los temores… son sentidos y analizados de manera natural.

A veces este proceso ni siquiera se produce de manera reflexiva. De alguna manera utilizamos las herramientas personales disponibles en automático, sin que medie análisis alguno. La propia experiencia es una gran maestra en este sentido.

De forma espontánea somos capaces de realizar los ajustes necesarios hasta que conseguimos un nuevo reequilibrio, observando los pros y los contras, los beneficios y las pérdidas, en un camino interior que conlleva diferentes respuestas como resignación o lucha, aceptación y agradecimiento. Así de sencillo.

Sin embargo, a veces la vida presente nos produce malestar, dolor o sufrimiento más allá de los límites que somos capaces de gestionar. El pasado se convierte en una carga y nuestro futuro simplemente no brilla.

De algún modo hemos perdido la capacidad de adaptación a ese presente y no podemos verlo como un reto que invita a que sigamos creciendo como personas, disfrutando del proceso. Hemos perdido la conexión con lo trascendente.

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Un viaje de Autoconocimiento

Una intervención psicológica entonces puede entenderse como una ayuda para reconectar, descubrir o generar los recursos necesarios para comprender la situación actual, responsabilizarnos y propiciar la transformación necesaria para conseguir nuevamente un estado de adaptación, sabiendo que ningún estado es permanente y que lo único fijo en la vida es el movimiento y, en consecuencia, el cambio.

En esta intervención, un profesional buscado y elegido, se pone al servicio de la persona que quiere efectuar el cambio, que quiere integrar esa experiencia sea interna o externa que está provocando un daño tal vez considera irreparable y con la que no puede lidiar por sí mismo.

Como un escudero, usando la etimología más antigua de la palabra terapia, el psicoterapeuta genera un espacio y un tiempo de protección a su cliente. Un espacio y un tiempo donde mirar las heridas, limpiarlas, analizarlas, ver qué palabras y silencios evocan y también qué gestos las contradicen.

Y desde su saber, tanto técnico como humano, este psicoterapeuta nos acompaña en un viaje de Autoconocimiento, de Trascendencia, desglosando nuestro mundo interior hecho de percepciones, ideas y hábitos, para finalmente crear con nosotros una epojé, un paréntesis donde podemos observar lo acontecido con otra mirada, desprovista de influencias pasadas y de juicios presentes.

Un ejercicio de amor por uno mismo

Así, la Psicoterapia nos impulsa hacia la Trascendencia. Y aunque podemos iniciar un proceso psicoterapéutico cuando aparece un suceso inesperado y doloroso, o una crisis y no sabemos cuáles son los pasos más convenientes para dar, fundamentalmente implica una voluntad de conocernos más a fondo, de responsabilizarnos y de generar las transformaciones necesarias para sembrar un futuro luminoso, que, de alguna manera, nos anime e impulse a seguir avanzando cuando no somos de hacerlo de motu propio.

La Psicoterapia, en definitiva, se convierte entonces en un ejercicio de amor por uno mismo, entendiendo este amor como el motor que nos invita a generar una nueva versión, trascendente, plena de sentido, de significado, de brillo y de luz.

Una mejor versión, que será nuevamente renovada según transcurra la vida y aparezcan nuevos retos, cada vez de manera más consciente y auténtica.

Paula Gallardo, a su disposición

Notas

[1] En los tiempos modernos, el concepto griego de epojé fue actualizado por Edmund Husserl. En su fenomenología, la epojé se redefine de una manera más radical, como un cambio fundamental de actitud no solo respecto al conocimiento y a las teorías ya existentes, (lo que se aparenta a la suspensión del juicio) sino también frente a la realidad misma, cambio de actitud que Husserl describe con las imágenes de "poner entre paréntesis" (Einklammerung), de «desconexión» (Ausschaltung) de la cotidianeidad. Esta sería un presupuesto del método para llegar a lo que Husserl denomina reducción fenomenológica. En esta «puesta entre paréntesis» no solo van a quedar encerradas las doctrinas y teorías respecto de la realidad, sino también, la realidad misma: como consecuencia de ello, la realidad no resulta modificada sino «alterada». Sólo esta actitud permitiría alcanzar la conciencia pura o transcendental.

Bibliografía de referencia

FEAP-Federación Española de Asociaciones de Psicoterapeutas. Definiciones de Psicoterapia y Psicoterapeuta. Consultado el 19 de mayo de 2021.

Ferrater Mora, J. (2014). Diccionario de filosofía. Madrid. Alianza editorial.

Goldstein, K. (1995). The organism: a holistic approach to biology derived from pathological data in man. New York: Zone Books.

Husserl, E. (1982). La idea de la fenomenología. Cinco lecciones. Madrid. FCE.

San Martín, J. (1987). La reducción fenomenológica: una introducción a la fenomenología de Husserl. Madrid. Universidad Complutense.

Villanueva Barreto, J. (2012). La epojé y la reducción como acceso a la vida trascendental. Letras 83, 118. Lima. Universidad Nacional Mayor de San Marcos.