Mediación familiar: ¿cómo resolvemos los conflictos en estas crisis vitales?
En este artículo quiero explorar los límites de la mediación familiar cuando los problemas familiares desembocan en un proceso judicial, con la aspiración de lograr una práctica profesional más eficaz y duradera que redunde en el beneficio de la comunidad.
1. ¿Qué relación existe entre mediación y psicoterapia?
De la misma manera que en el campo legal se tiende a equiparar erróneamente la mediación con la negociación propia de los abogados, cuando nos situamos en el campo psicológico la mediación puede confundirse con el proceso terapéutico y con la labor del psicólogo en el ámbito legal.
Si bien desde un punto de vista psicológico, se puede afirmar que toda intervención realizada con el fin de mejorar la calidad de vida de una persona sea en el área que sea, tiene un obvio efecto terapéutico, es importante no caer en la tentación de definir o señalar como psicoterapia aquello que logra de alguna manera que una persona se sienta mejor.
1.1. Psicoterapia: una definición clave
La psicoterapia es un proceso voluntario e íntimo mediante el cual una persona indaga y profundiza, con ayuda de un profesional en su vida y en su forma de vivir. Explora, analiza y reflexiona respecto a sus emociones y sentimientos, a sus pensamientos y estructura mental y a sus propias acciones y sus consecuencias.
Busca respuestas, objetivos y metas, pero también preguntas, y con ellas, nuevos descubrimientos de sí. La terapia por tanto es un medio de conocimiento que también se yergue como un fin, puesto que cada individuo es un ser en construcción, en cambio constante que sólo se detiene con la última respiración.
No importa, desde este punto de vista, la demanda inicial por la que se inicia el proceso psicoterapéutico. Se trabaje en psicoterapia lo que se trabaje, el individuo está implicado de manera plena. Su pasado, su presente, y su futuro pueden estar comprometidos, y de este modo, el devenir de la terapia puede suponer una transformación profunda y duradera.
Te invito a descubrir, si lo deseas, este artículo que he escrito acerca de la psicoterapia como viaje hacia la autorrealización personal.
1.2. Mediación: ¿en qué consiste?
Entendida como un procedimiento de resolución de conflictos, consiste en un proceso que tiene un objetivo distinto: lograr el acuerdo consensuado en una serie de asuntos y el establecimiento de un acuerdo, en forma de documento escrito.
Dicho acuerdo tiene además validez legal y su incumplimiento, consecuencias legales. No es por tanto un proceso íntimo e individual. En el caso concreto de la mediación familiar aparece como una herramienta de relación y, de alguna manera, implica una socialización más madura y efectiva, puesto que requiere un compromiso personal de cumplimento con el acuerdo logrado.
1.3. Mediación y psicoterapia: puntos en común y diferencias
Psicoterapia y mediación son herramientas. Definen procesos. Tienen estructuras definidas y son dirigidas por profesionales especialistas formados específicamente para ello. Ambas buscan la mejoría, la sociabilización, el bienestar.
La mediación es un proceso más estructurado, centrado en la tarea, como podrían ser la intervención con familias o crisis vitales específicas. La terapia en cambio posee una estructura más abierta y fluida donde se tratan sentimientos, emociones, patrones de comportamiento, problemas familiares, la interacción con los otros, habilidades comunicativas, proyección vital...
La naturaleza del proceso de mediación es legal o cuasi legal, mezclando asuntos legales y emocionales. Para que se pueda tratar el conflicto, el proceso requiere que las emociones se controlen. Se dirigen para que no interfieran y se pueda conseguir el acuerdo.
En la terapia, que es un acontecimiento psicológico y personal, las emociones se exploran, se utilizan como medio de autoconocimiento, de mirada hacia adentro y cuando se manifiestan, se permiten.
La cuantía de información es otra característica distintiva entre la mediación y la terapia; en la primera se necesitan datos antecedentes y actuales de los sujetos y/o de la relación; en la mediación no, incluso un exceso de información puede perjudicar la imparcialidad y por eso el mediador familiar tiende a centrarse exclusivamente en el asunto que están tratando, dirigiendo el proceso hacia el fin concreto que supone el acuerdo.
La mediación, por tanto, no es una intervención psicológica. No busca comprender el entramado mental de sus autores, ni desarrollar nuevas formas de comportamiento o entendimiento vital. Busca la resolución voluntaria, por parte de sus protagonistas, de un conflicto concreto que les genera malestar. De aquí que la mediación no sea un papel exclusivamente ejercido por psicólogos. Otras personas, con la formación y habilidades comunicativas adecuadas, pueden desarrollar ese rol con igual eficacia.
Respecto a la duración también hay diferencias. La intervención mediadora no abarca más de tres o cuatro sesiones. La psicoterapia, en cuanto a proceso de descubrimiento y autoconocimiento, se extiende más allá en el tiempo pudiendo abarcar toda la existencia si así se desea.
Samuel Forlenza, en su artículo Procesos paralelos en la mediación y la psicoterapia, resume lo expuesto mediante la siguiente tabla:
Mediación | Psicoterapia | |
Enfoque principal | El conflicto | La persona-la relación |
Marco temporal | Corto plazo | Corto o largo plazo |
Estructura | Dirigida por el mediador | Dirigida por el cliente |
Papel del profesional | Neutral, equidistante, animador | Activo o pasivo |
Papel de las emociones | Contenidas-dirigidas | Exploradas-alentadas |
Relación cliente-profesional | Secundaria | Prioritaria |
Orientación temporal | Hacia el presente y futuro | Hacia el pasado y el presente |
Enfoque terapéutico | Secundario al proceso | Principal en el proceso |
Datos de los antecedentes | Poca disponibilidad | Mucha disponibilidad |
Restricciones del proceso | Mayores | Menores |
Técnicas terapéuticas | Usadas en segundo plano | Usadas principalmente |
Naturaleza del proceso | Legal o cuasi-legal | Personal-psicológico |
Confidencialidad | Sí | Sí |
2. Los problemas familiares. Una visión sistémica
2.1. La persona como parte, no como unidad
Se puede decir que no es un individuo el protagonista de una crisis vital dentro de la familia, sino que este surge por la interacción de sus miembros y su modo de relacionarse.
El modelo sistémico se distingue claramente de los demás modelos de la intervención psicológica (psicoanalítico, fenomenológico, conductual, y cognitivo, aunque comparta conocimientos con todos ellos) porque su unidad de análisis es el sistema y no el individuo, tan ensalzado por la psicología tradicional y la civilización occidental.
En efecto, sus bases conceptuales no son ni la personalidad y sus rasgos, ni la conducta individual, sino el sistema familiar como un todo, como un organismo estructurado e interdependiente que se comunica con unas pautas de interacción, y en las que cada persona sólo es uno de sus componentes, su valor tiene que ver con la función y posición en el sistema. Los síntomas, desde esta perspectiva son vistos como parte de este patrón comunicacional, y por tanto una característica del sistema y no únicamente del que lo sufre.
En la actualidad, la gran mayoría de terapeutas sistémicos realizan intervenciones individuales, ya sea alternándolas con las familiares, o bien como modalidad única en función de los casos y de la disponibilidad de la familia para el tratamiento, y es desde esta perspectiva desde donde se ha enfocado este artículo de blog.
La terapia sistémica plantea "¿quién hace qué a quién y cuándo?". El objetivo último de tal pregunta es llegar a la formulación de una hipótesis sistémica que encuadre el problema de la familia; hipótesis que debe conectar la conducta de cada miembro con la de todos los demás.
Aquí puede aparecer la mediación familiar como técnica terapéutica en el tratamiento de los conflictos apoyándose en el enfoque desde la persona misma, pasando de ser víctima a ser protagonista, cambiando la narración de su historia, y abriendo por tanto desde sí, la posibilidad de la transformación del sistema familiar y entendiendo que la terapia y la mediación se encuentran entonces en un mismo plano de importancia, en donde no es excluyente que en un mismo proceso se aplique una u otra forma o la una después de la otra.
Ripol-Millet (1993) en su investigación Familias, trabajo social y mediación plantea:
"La función del mediador en las familias consiste en ayudar a la pareja a resolver los conflictos y facilitar la comunicación de manera que sea ella misma la que alcance las decisiones satisfactorias y viables para ambas partes. El mediador debe velar por las necesidades de la pareja, pero especialmente las de los hijos, favoreciendo la relación familiar posterior al divorcio entre todas las partes".
Además, en el caso de que haya hijos implicados, estos sufrirán menos si sus padres son capaces de manejar y resolver sus problemas familiares de forma pacífica y tendrán un buen ejemplo a seguir en sus propias vidas, cuando ellos mismos se encuentren con sus propias crisis vitales.
2.2. Abordaje de casos de intervención con familias: de los juzgados a la consulta
Cada día son múltiples y de muy diversa índole los conflictos interpersonales que se exponen en los juzgados. Conflictos que atraviesan a sus participantes y los hieren. Los procesos judiciales, cuando los conflictos tocan en un nivel personal profundo, además de extenderse en el tiempo, con la incertidumbre y frustración añadidas, no contribuyen en absoluto ni a la comprensión ni a la restauración de la relación y de las emociones implicadas.
La ley se manifiesta, pero la herida abierta con el conflicto se mantiene en el proceso judicial y en muchas ocasiones, se agrava considerablemente tras finalizar y dictaminarse una sentencia. Y con esa herida, a veces por iniciativa propia, a veces por imposición judicial, los participantes en conflicto acuden a terapia. A veces al inicio, a veces al final. A veces en mitad del proceso. Sea donde sea, es en este momento donde la mediación familiar y la psicoterapia, como herramientas de un profesional, pueden darse la mano para ayudar a curar la herida.
A continuación, te presento un caso real de mediación familiar. Tan solo he cambiado los nombres.
2.2.1. Teresa y Eduardo: un nuevo modelo de familia
Teresa y Eduardo, divorciados, comparten un chalet donde viven con sus hijos de 21 y 17 años. El conflicto aparece a raíz de una relación de pareja que Teresa lleva teniendo desde hace un año con Juan y que ha supuesto un revulsivo para su exmarido e hijos.
En la actualidad la convivencia y la comunicación entre ellos se ha vuelto muy complicada y difícil y acuden a la consulta tras una fuerte discusión familiar que termina en los juzgados con una denuncia interpuesta por Juan por los insultos y amenazas recibidos por parte de Eduardo. El proceso se paraliza cuando el abogado de Juan le sugiere acudir a mediación para intentar afrontar la situación desde otro ángulo.
¿Qué acuerdos logra el mediador familiar entre Juan y Eduardo?
1. Juan no entra en la casa si están los hijos y Eduardo.
2. Los hijos y Eduardo se van fines de semana fuera juntos y así Teresa puede disfrutar de la casa con su nueva pareja.
Además de lograr estos acuerdos en tres sesiones, se sugiere a Eduardo una psicoterapia con un doble objetivo: aprender a gestionar sus emociones, por un lado, y por otro trabajar la aceptación del cambio familiar acontecido.
Si deseas profundizar más en el papel que desempeñan los jueces en los casos de divorcio, te invito a leer este artículo, publicado en mi blog.
2.2.2. Conchi y Juan Ramón: el último adiós
Este es otro caso de proceso de mediación familiar.
Conchi. 37 años. Enferma terminal de cáncer de mama. Madre de dos mellizos de 4 años. Juan Ramón, su marido, no acepta su muerte inminente y hace como si no pasara nada, por lo que Conchi no está recibiendo el apoyo afectivo que necesita. Los padres de ambos han fallecido y los hermanos viven fuera, así que la familia extensa tampoco puede ayudar. Ella tiene que ir a buscar a los niños al colegio por la tarde, justo después de la quimio, cuando peor se encuentra, y pese a haberlo solicitado en diferentes ocasiones, en el hospital, el personal encargado se niega a cambiarle el horario.
En un principio, acude a psicoterapia para afrontar la muerte. En el proceso terapéutico, comunica su decisión de denunciar al hospital, y se le plantea la posibilidad de resolver el conflicto mediante una mediación. A través de dicha mediación, realizada con una enfermera del servicio de Atención al cliente, se establece un cambio de horario a las 9:00. Se pacta también no prolongar la vida con medios mecánicos y solicita ayuda para no sufrir mucho al final. El hecho de hacer esta mediación proporcionó a Conchi un alivio, físico y emocional y le dio fuerzas para vivir sus últimos días con más calma, compartiendo momentos más tranquilos con su marido y sus dos niños, pudiendo incluso realizar un testamento vital. Juan Ramón solicitó una excedencia en el trabajo a raíz de esta mediación y aunque nunca aceptó que fueran los últimos días de su mujer, permaneció a su lado. Conchi murió a los dos meses.
2.2.3. Erika y Alberto: gestión del divorcio
Finalmente, quiero presentarte un último caso real de mediación familiar en este artículo.
Erika y Alberto son una pareja joven, de 25 y 27 años respectivamente. Tienen dos mellizos, Lola y Alberto, de 5 años. Acuden a la consulta solicitando asesoramiento para comprender cómo puede afectar a unos niños tan pequeños que sus padres se divorcien, ya que han decidido dar la relación por terminada y han acudido a un abogado para iniciar los trámites. Sin embargo, aún habiendo iniciado dichos trámites, se plantean una última oportunidad y acuden a psicoterapia.
En la primera entrevista, pese a la tormenta emocional que estalla y con ella, los reproches y recriminaciones, se evidencia complicidad y un gran afecto entre ellos. Se les plantea realizar una técnica “para resolver aquellos conflictos que están impidiendo que la relación familiar avance”.
Los puntos conflictivos que se trabajaron fueron los siguientes:
1. El orden en casa y en las tareas.
2. Petición de ayuda a la familia extensa y a los amigos en momentos puntuales: cómo y cuándo realizar dicha petición.
3. Recuperación de la intimidad y de vida “solo de pareja”.
¿Cuál fue el resultado del trabajo de mediación familiar que realizaron Erika y Alberto?
A los seis meses comunicaron al abogado la suspensión del trámite de divorcio. No llegaron nunca a firmar los acuerdos por decisión propia, afirmando que no era necesario, porque se fiaban el uno del otro.
3. El papel del mediador familiar en la resolución de crisis vitales
¿Cómo debe entonces el profesional afrontar los diferentes conflictos que se le plantean en la consulta y saber cual es la mejor opción?
Interesante y difícil pregunta, sobre todo si se ignora de antemano que los conflictos no existirían si no existieran las personas.
Como dice Ortega y Gasset en sus Meditaciones del Quijote, publicadas en 1914:
“yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”.
Íntimamente unidos, conflicto y persona van de la mano. Pero no son lo mismo, y se debe aprender a distinguirlos, a separarlos.
La posibilidad de prevenir, resolver o reparar problemas familiares y/o sus consecuencias abre un nuevo camino, un camino de esperanza donde las riendas de la vida vuelven a las manos del protagonista y se percibe de nuevo la posibilidad de control sobre los acontecimientos.
El profesional, entonces, y a mi modo de ver, tanto si se habla de psicoterapia como de mediación, ante todo debe ser un vividor, y esto en el sentido último de la palabra. Debe conocer la vida, saber la vida, vivir la vida, y no desde las gradas, sino desde la arena.
Este conocimiento no lo adquirirá si simplemente se dedica a acumular títulos o formación académica, aunque esto sea más que necesario para ejercer su profesión. Ese conocimiento viene de su fluir cotidiano y del modo de afrontar sus propias circunstancias. De su capacidad de conocer el dolor y sus múltiples tentáculos y por lo tanto de verlo en el otro y conmoverse. De su capacidad de resistir a la adversidad, y por lo tanto, de despertar la resiliencia en los otros.
De su capacidad de penetrar en el silencio, y así poder desarrollar una escucha activa y presente, donde no sólo se escucha lo que se habla, sino lo que se calla, que, en la mayoría de las ocasiones, suele ser más importante y transcendente.
4. Una reflexión para el futuro
El conflicto, interno o externo, individual o familiar, muestra una aspereza, una arruga, una carencia o debilidad. Sin esto el conflicto no se produce, simplemente, el choque es un encuentro, y no permanece. Pero si algo se emponzoña, si algo duele... está mostrando por dónde se falla, por donde la persona deja de estar contenida y pierde la fluidez.
Desde este punto de vista, el otro, el que también vive el conflicto a la par, tendrá otra lectura, otra visión, y otra vivencia. No siempre se coincide en dicha vivencia. En lo que se coincide es en la necesidad, primero, y en muchas ocasiones, de no verlo, posteriormente de eliminarlo.
“No siempre se acepta el regalo que trae el conflicto, que es la propia transformación.
Gracias a lo que confronta y se opone, se encuentra valor y fortaleza. Gracias a la pérdida, valoración por lo que se tiene. Gracias al disgusto, aprecio por la armonía.
En un mundo dual, no puede haber paz sin conflicto. Uno y otro caminan a la par, y van alternando el tiempo, valorando la una como positiva, al otro como negativo. Pero ambos coinciden en una única moneda y configuran sus dos caras.
Cuanto más se niega el conflicto, más lejos se posiciona la paz. Cuanto más se culpabiliza al otro, más se pierde la posibilidad de ser protagonista de la propia vida, de aceptarla tal cual es, y vivirla en plenitud.
Porque la paz está dentro del conflicto, en su interior, no detrás o a los lados, sino dentro, y el proceso de desenmarañarlo es el que la descubre en ese interior.
La cuestión sobre si los resultados son más o menos favorables al utilizar la psicoterapia y la mediación en conjunto o separadamente, queda como base para posibles investigaciones futuras.
Si necesitas consejo acerca de mediación familiar, cómo se realiza la intervención con las familias o estás afrontando una crisis vital, puedes contactarme sin compromiso rellenando el formulario que encontrarás aquí. Si lo prefieres, también puedes navegar por mis servicios.
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